¡Aprovechando la tormenta!

Tantos movimientos, tantas premuras que en la actualidad vivimos, nos podrían llevar a sentir temor a la pérdida, a sentir perder el control. lo cual tendería a disparar memorias que nos llevarían a sentirnos en una fuerte tempestad de la cual el primer recurso es huir o petrificarnos absortos, por lo que tememos podría suceder.

Ante la tempestad, hemos de saber tomar posición y mantenernos en equilibrio, en lugar de salirnos a mojarnos impulsivamente para luego agarrar un catarro (malestares y experiencias que aporrean el alma), hemos de sabernos enraizar invocando la serenidad y la paz interior, pues es desde allí donde sabremos tomar las decisiones en el momento justo y maniobrar exitosamente, las situaciones que se nos estarían tornando complejas, lo que nos regala cierta inmunidad y nos permite bailar bajo la lluvia. Para este momento ya no sería el miedo lo que nos empapa, sino la decisión de elegirnos y seguir nuestro camino aceptando lo que hay.

Dejarnos llevar por el impulso, nos podría desenfrenar y hacernos perder de nuestro centro, volviendo lo que parecería complejo, mucho más enmarañado, caminando espacios minados por nuestras emociones, prejuicios, temores y falta de fé.

Hay momentos en los cuales es necesario salir a la batalla y hay momentos en los cuales, aunque nos llamen a la batalla, aceptar la invitación sin preparación alguna, sería un suicidio total. Lograr está comprensión es vital para nuestra supervivencia.

En condiciones emocionales alteradas, confusas, angustiantes, el silencio es nuestro mejor aliado, dándonos valentía y resiliencia, brindándonos la armonía perfecta en una conexión total con nuestro interior.

Aquietar el alma, aquietar nuestro cuerpo, tomarnos un descanso para sosegarnos un poco ayuda a que esas aguas turbias, rápidamente también en su momento vayan tomando su trasparencia.  Desde este lugar de aquietamiento y templanza hacemos presencia en nosotros, vamos escuchando, recreando nuevas historias, mientras nos sumergimos en una conversación interior con nuestra propia historia, observándola, permitiéndonos una nueva mirada y deshaciendo los nudos, viendo lo que hay que ver, mientras tomamos las riendas con la certeza de que ya es el momento, ahora que hemos logrado atravesar y aprovechar la tormenta porque nos da la posibilidad de habernos encontrado, de habernos recordado.