¡El gran despertar toca nuestra puerta!

Concentrarnos en darle valor a la vida y no a todo lo que nos da temor vivirla es lo que permitirá una construcción constante que nos lleva sin pausa a conquistar el territorio olvidado que hemos sido y comenzar de una vez por todas a manifestar lo que somos.

Tener siempre presente de que somos el alma encarnada, y que nuestro cuerpo sirve a nuestra alma mientras estás en la Tierra, si así lo concebimos hemos de saber conducirlo y no al contrario, porque nos perdemos en nuestras propias pulsiones generando un atasco en tanta densidad que nos lleva lejos de lo que el alma quiere realmente vivir.

El universo premia la valentía y el coraje para seguir haciendo camino y aunque apilar cada nuevo ladrillo nos lleva un esfuerzo, los resultados tengo total certeza son maravillosos. Esto es un regalo para el corazón que se apertura a adentrarse en él para su propia manifestación.

Todo está dispuesto y nuestro momento es ahora. Llega la hora de reconocer nuestra esencia y expresarla en total libertad y confianza de los grandes seres de luz que somos.

Permitámonos sentir el poder creador que nos habita mientras soñamos con lo que nos gustaría experimentar en la aventura de la vida, sabiendo que cada sueño debe manifestarse a su debido tiempo.

Todo viene al encuentro nuestro, recibimos a diario de la vida oportunidades para ver y reconocer lo que nos hace feliz. Lo que no nos guste es una llave, también es un regalo, para ir al encuentro con todo lo que nos ayude a reconciliarnos con todo lo que vivimos.

Todo esto exige un gran desafío, salir del dolor del pasado, soltar todo lo que nos ata en nuestro presente y sobreponernos al gran susto que nos inspira nuestro propio despertar, salir del no puedo, liberarnos de nuestras carencias y dar el paso a nuestra gran creación con la alegría rebosante de un niño que no para de explorar y de deslumbrarse ante el mundo que inicia a descubrir.