En dirección al amor..

Nos abrimos al amor sin precedentes, cuando nos permitimos relacionarnos con el otro desde el respeto, el amor, la unidad, la armonía y la libertad. Hacemos lo contrario cuando nuestras actitudes van de la mano del miedo, del resentimiento, la desconfianza y la separación que solo crean un profundo hoyo negro. donde salir talvez no sea imposible pero si un tanto complicado, que puede tardar años o toda una vida salir de él.

Acompañarnos desde la alegría en este caminar nos aportará  gozo y permite que cada uno como un gran faro, se encienda en este gran despertar. Es nuestra gran oportunidad.

Como dice la hermosa canción de Sebastián Yatra:

“Ay, oruguitas, no se aguanten más.

Hay que crecer a parte y volver, hacia adelante seguirás

Vienen milagros, vienen crisálidas

Hay que partir y construir su propio futuro.”

La hermosa transformación está delante de nosotros, tener la habilidad de derribar los muros que nos aprisionan y construir un nuevo devenir es la propuesta, la invitación en estos nuevos tiempos, es a gozar de fortaleza, flexibilidad, sensibilidad y discernimiento   y por supuesto acompañados de total disposición para desarrollar nuestro potencial y sanar las heridas que en el trasegar de la vida pudiesen haberse generado.

Soltar la planificación y las expectativas,  para tan solo  confiar y dar un paso adelante a los nuevos desafíos, mientras mantenemos la calma. es el gran aprendizaje.

Contar con la posibilidad de acompañarnos  del espíritu de un viajero, aquel que disfruta todo, que observa, que escucha, que dispone de tiempo, que no va con afanes más que disfrutar y conocer, que se sorprende, que comparte, que se agita de alegría, que va ligero y descomplicado a sentir, a vivir experiencias, a captar formas, a maravillarse de espacios, que disfruta de lo simple, de lo sencillo, que goza de hacerlo fácil todo, será nuestro mejor kit para asumir estos nuevos tiempos, que para que se cristalicen, requerirán de una gran proceso de depuración que no  necesariamente será  fácil pero muy anhelada por nuestras almas y que en un principio solo podrá leerse como caos y despertar posibles monstruos en nuestro interior dormidos.

Es aquí donde hacemos nuestra verdadera maestría, es aquí donde tenemos la oportunidad de sintonizarnos con lo que nos impulsa a crecer, a crear, a relacionarnos, a amar. Como pequeñas luciérnagas, vamos haciendo nuestros destellos de luz con la tarea de sostenernos en ello, mientras vamos en pos a todo lo nuevo, dejando atrás lo que impida nuestra evolución, siempre desde la empatía.